Saberes que Alimentan: aprendizajes de un diálogo Sur-Sur para una política de alimentación escolar en Colombia

Encuentro en Cali se centró en la importancia de la alimentación escolar con un enfoque de Derecho Humano a la Alimentación y Nutrición Adecuadas

16 de setembro de 2025 | Español

NOTICIA | Por Damaris Esther Tamara Pérez (en portugués aquí)
Para el Observatorio de la Alimentación Escolar (ÓAÊ)

En un esfuerzo por avanzar en la formulación de la Política Pública de Alimentación Escolar en Colombia, Cali fue el epicentro del foro “Saberes que Alimentan: Un Diálogo Sur-Sur sobre el Derecho a la Alimentación en las Escuelas”. El evento organizado por FIAN Colombia y la Unidad Administrativa Especial de Alimentación Escolar (UApA), reunió a expertos de Brasil e India, académicos sin conflicto de interés, liderazgos comunitarios y funcionarios públicos.

El encuentro se centró en la importancia de la alimentación escolar con un enfoque de Derecho Humano a la Alimentación y Nutrición Adecuadas y los debates giraron en torno a tres paneles principales que abordaron diferentes perspectivas:

Panel 1. Elementos estructurales de una política pública de alimentación escolar en Colombia

En este primer panel se abordaron los retos estructurales a los que se enfrenta la alimentación escolar en el país, haciendo hincapié en la importancia de que el país avance en garantizar ambientes escolares saludables en las escuelas públicas y privadas.

En él participaron Janeth Mosquera Becerra (Universidad del Valle), María Teresa Varela Arévalo (Pontificia Universidad Javeriana, sede de Cali), Laura González Zapata (Universidad de Antioquia) y Rubén Darío Pardo Santamaría (Universidad del Quindío), quienes integran la Red Académica por el Derecho Humano a la Alimentación y la Nutrición Adecuadas. En sus intervenciones, coincidieron en que Colombia necesita una política pública sólida que parta del reconocimiento del Derecho Humano a la Alimentación en las escuelas y que no esté subordinada a los intereses de la industria ni a soluciones a corto plazo.

Uno de los aspectos más debatidos fue el impacto de la publicidad de los productos ultraprocesados en los ambientes escolares.
González Zapata advirtió que la avalancha de mensajes comerciales condiciona el conocimiento, las preferencias y el consumo de niñas, niños y adolescentes, lo que deteriora la calidad de sus dietas y naturaliza prácticas alimentarias nocivas.

“Hay evidencia del impacto real de la publicidad, que es un efecto multicausal y no se puede abordar desde una sola perspectiva. Los productos ultraprocesados se promocionan hasta cuatro veces más que los saludables, en campañas con altos niveles de recordación que provienen de un reducido grupo de grandes corporaciones con presencia global. Esta presión comercial afecta a los entornos alimentarios y genera factores de riesgo que no permiten la protección de la niñez”, afirmó González.

En este sentido, los ponentes señalaron que la política alimentaria escolar debe incluir mecanismos normativos claros para regular la publicidad y el marketing de los productos comestibles y bebibles ultraprocesados en los colegios, al tiempo que impulse estrategias de alimentación real, fresca y culturalmente pertinente.

Tal y como expresó Zapata: Comer es un acto político y alimentar es un acto de esperanza”. La construcción de la política de alimentación escolar debe partir de esta convicción: garantizar el derecho humano a la alimentación implica transformar las escuelas, blindarse de la injerencia corporativa y abrir espacios a la alimentación real.

En este panel se resaltó la necesidad de promover una alimentación real con sabor a territorio y con gobernanza popular alimentaria, dejando claro que no solo es importante recibir alimentos, sino también garantizar el derecho humano a la alimentación de niños, niñas y adolescentes, así como de sus familias.

La experiencia en Cauca y Valle del Cauca indica que la alimentación infantil no es una decisión individual de los niños ni de las familias, sino una decisión compleja en la que intervienen muchos factores. La cocreación con miembros de la comunidad es esencial para entender las problemáticas desde la perspectiva territorial y así empoderar a la comunidad y generar mejores estrategias”, expresó Varelo

Por su parte, el profesor Pardo presentó la ponencia “Alimentación con sabor a territorio y gobernanza”, en la que compartió la experiencia de Quindío en torno al programa Pan Rebelde, que es un ejercicio de educación “de ida y vuelta” y un proceso de resistencia alimentaria con alimentos tradicionales del territorio. A partir de esta experiencia también surgió el programa Cocineritos Ancestrales, que busca que los niños reconozcan las semillas criollas y nativas a través de la cocina. El resultado es que se crea un vínculo familiar con estos alimentos, que se terminan incluyendo en la dieta.

Garantizar el derecho humano a la alimentación implica transformar las escuelas y abrir espacios a la alimentación real / Foto: Reproducción
Garantizar el derecho humano a la alimentación implica transformar las escuelas y abrir espacios a la alimentación real / Foto: Reproducción

PANEL 2. Experiencias locales de incidencia que hacen la diferencia

En este espacio se presentaron casos de éxito que demuestran la viabilidad de la incidencia política. Se destacó el modelo de la Misión Kudumbashree en el estado de Kerala (India), donde una red de más de dos mil mujeres ha logrado un impacto significativo. También se presentaron experiencias colombianas, como el Plan Local de Alimentación Totalmente Saludable (PLATOS) de Cali, la Política Pública de Ambientes Escolares Alimentarios del Distrito de Cartagena y la Veeduría del Programa de Alimentación Escolar (PAE) de Cali, que pusieron de manifiesto la importancia de la acción territorial.

La experiencia de Kerala (India)

El programa de alimentación escolar de Kerala es el más grande del país y funciona de forma híbrida: el 60 % de la financiación proviene del gobierno central y el 40 % restante de las provincias.

Como parte de la planificación descentralizada, se creó una red de mujeres denominada Kudumbashree. Más de dos mil mujeres participan en ella. A través de esta red, interactúan con el programa de alimentación escolar.

Entre las lecciones aprendidas, se destaca la inversión presupuestaria del Estado en el programa de alimentación escolar. También se destaca la creación de comités de alimentación escolar en los centros educativos, integrados por padres y madres, estudiantes, cocineros, etc., que hacen un seguimiento y control del programa.

Experiencia Cartagena

El acuerdo 021 de 2019 de Cartagena estableció la formulación de una política pública de ambientes escolares alimentarios saludables, que restringe la publicidad y la disponibilidad de productos comestibles y bebibles ultraprocesados en las tiendas y kioscos escolares y plantea mecanismos de sustitución e inclusión de alternativas alimentarias para que las Instituciones Educativas cuenten con alimentos saludables y naturales, integrando la producción local de la agricultura campesina, familiar y comunitaria, tanto en la oferta escolar como en el Programa de Alimentación Escolar (PAE)

“Esta es la primera política pública del país que busca implementar ambientes escolares alimentarios saludables y sostenibles. Entre sus elementos se incluyen: loncheras saludables, el agua como derecho y alimentación, y la recuperación de los sabores y saberes culinarios ancestrales”, enfatizó Andrea Rodriguez, coordinadora de la línea de incidencia Nacional de FIAN Colombia.

PANEL 3. Alimentación escolar desde la gobernanza alimentaria. Caso Brasil

Este panel se centró en la experiencia de Brasil, un referente en la materia. Expertos como Pedro Vasconcelos, de FIAN Brasil, contextualizaron la política de alimentación escolar desde la perspectiva del derecho humano a la alimentación. Julián Pérez-Cassarino, del Ministerio de Desarrollo Agrario, explicó la importancia de las compras públicas y por qué Brasil es un modelo a seguir. Por su parte, Mariana Santarelli, del Observatorio de Alimentación Escolar (ÓAÊ), una red de ONGs y movimientos sociales, hizo hincapié en la importancia del seguimiento participativo de estas políticas.

Cassarino explicó la importancia de que las compras procedentes de la agricultura familiar se efectúen directamente a los campesinos y organizaciones, sin intermediarios. En el caso de Brasil, la adjudicación se llevó a cabo basándose precios previamente establecidos y en criterios de selección , como prioridades basadas en proximidad, y preferencia para indígenas y mujeres, con el fin de evitar que la elección fuera por precios más bajos

Santarelli explicó que un programa de alimentación escolar basado en una perspectiva de derechos debe contar con objetivos y metas claramente definidos, así como con sistemas específicos que generen las condiciones necesarias para recopilar los datos que permitan incluir toda la información requerida para el seguimiento, como por ejemplo: “¿A quién se compra?” ¿Qué alimentos son comprados?, “¿Cuántos estudiantes hay en el municipio?”, etc.

“En el observatorio se realizan encuestas a gran escala que involucran a cocineros, agricultores, nutricionistas y estudiantes. A partir de estos resultados, la sociedad civil hace su trabajo de incidencia política por mejoras o ajustes en el programa “afirmó Santarelli.

Reflexiones, retos y desafíos para garantizar la alimentación en las escuelas desde la perspectiva del derecho humano a la alimentación y la nutrición adecuadas.

La Política Pública de Alimentación Escolar que se viene construyendo en Colombia debe tener como pilares fundamentales la alimentación real, el cuidado, atención y protección de la infancia y la adolescencia, la protección del planeta y la gobernanza popular alimentaria. A partir del diálogo entre los participantes de Brasil, India y Colombia, se identificaron varios puntos clave para fortalecer la alimentación escolar en el país:

  • Los derechos humanos a la alimentación y la soberanía alimentaria deben ser ejes centrales de la alimentación escolar.

Paola Romero, directora de Fian Colombia, destacó que el derecho humano a la alimentación y la soberanía alimentaria deben ser los ejes centrales de la alimentación escolar. “La alimentación real, el cuidado de la infancia, la protección del planeta y la promoción de la gobernanza popular alimentaria deben ser los pilares de la política pública de alimentación escolar”, resaltó Romero.

  • Es crucial incluir a las comunidades, como lo demuestra la Misión Kudumbashree de la India, donde la red de mujeres, integrada por dos mil mujeres, es un ejemplo clave que evidencia que a través del trabajo con comunidades se puede lograr una alimentación real en las escuelas. En esta experiencia, la creación de comités en las escuelas, integrados por padres, estudiantes y cocineros, fue esencial para el seguimiento y control del programa.
  • Brasil es un referente en este aspecto, demostrando que las compras públicas pueden fortalecer las economías populares y las identidades territoriales al priorizar alimentos y empleos locales. Esto no solo garantiza alimentos reales, sino que también fomenta un sistema alimentario sostenible y justo. Las compras públicas con énfasis en la alimentación local y los empleos ocupados por personas de la zona son posibles y fortalecen la alimentación real. Las compras públicas contribuyen a la garantía del derecho humano a la alimentación desde un enfoque colectivo, promoviendo el fortalecimiento de las identidades territoriales, el impulso a las economías populares, reduciendo los gastos de transporte y energía y fortaleciendo la participación activa de los titulares de derechos en los territorios.
  • Se destacó la necesidad de una asignación progresiva de recursos presupuestales para asegurar la sostenibilidad y la eficacia del PAE a nivel nacional y territorial. En Brasil, los manipuladores de alimentos forman parte de la contratación estatal, lo que garantiza una perspectiva de continuidad en su labor.
  • En Colombia es urgente construir un movimiento que abandere la Soberanía Alimentaria como referencia para la alimentación escolar, y construir esa participación que han tenido en Brasil.
  • Generar una política pública que no permita la interferencia de las grandes corporaciones, con el fin de proteger la salud de la población.
  • Crear condiciones en las escuelas que permitan la preparación de comidas calientes, incluyendo la contratación de nutricionistas y personal de cocina.
  • Definir con claridad los roles de los operadores, ya sea en las funciones de compra, entrega o distribución.
  • Establecer sistemas de monitoreo y realizar el censo escolar, así como diseñar estrategias que faciliten la adquisición de productos provenientes de la agricultura familiar.

El foro en Cali dejó claro que garantizar una alimentación escolar con enfoque en el Derecho Humano a la Alimentación y Nutrición Adecuadas es una tarea colectiva que requiere la articulación de esfuerzos desde el Estado, la academia sin conflicto de interés, la sociedad civil y las comunidades, apostando por la alimentación real, la Soberanía Alimentaria y la gobernanza popular alimentaria.

*Damaris Esther Tamara Pérez, comunicadora  para el cambio social FIAN Colombia

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